viernes, 16 de marzo de 2012

Escena final la bella y el ángel


ESCENA 7

(De pie se encuentran María, Juana y Cata, hablando, como a la espera de algún acontecimiento)

JUANA: Mi pobre Lola… ¡cuánto la echo de menos!

CATA: Parece mentira, ¿a que sí? Yo todavía espero encontrármela algún día por la calle…

MARÍA: Yo tampoco me hago a la idea, querida. Ya no me quedan ni lágrimas que llorar. Y hace tan solo un mes…

JUANA: Es que nadie se lo esperaba; una pareja tan feliz, tan consistente… ella estaba súper enamorada de él, y de golpe y porrazo, se nos va.

MARÍA: Nos la quitan, Juana. Nos la quitó ese monstruo que se hace llamar hombre. A mi hija la mató él, por muchos jueces que digan que fue un suicidio.

JUANA: Por favor, María, no me malinterpretes. Yo también estoy segura de que fue Enrique quien la mató.

CATA: Esperemos que en este juicio se haga justicia… porque en los otros dos…

JUANA: Más vale olvidarlos. Yo entiendo que son sus padres, pero por eso mismo deberían de saber qué clase de hijo tienen.

CATA: Nadie lo sabíamos, Juana… ¿o acaso tú te esperabas que Enrique sea como es?

JUANA: Ya lo he dicho antes… nadie se lo esperaba. Pero, supuestamente, como una madre conoce a su hijo…

MARÍA: No lo conoce nadie. Pero también es cierto que como una madre quiere a su hijo…

JUANA: No lo quiere nadie.

MARÍA: Yo no culpo de nada a su madre. ¡Quién sabe! A lo mejor si mi hijo hubiera sido el maltratador, también lo habría defendido.

CATA: Pero Enrique tiene que pagar.

JUANA: En eso estamos todas de acuerdo. Ojalá que los testigos de este juicio sean suficientes para convencer al juez.

MARÍA: Maldito Enrique…

CATA: Yo me siento tan culpable… no creí a Lola, y míranos ahora, aquí, llorando su muerte.

JUANA: Yo tampoco la creí… quizás, si le hubiésemos hecho caso…

MARÍA: No vale la pena darle vueltas al coco en ese asunto. Lola ya no está. Ya no podemos hacer nada para resucitarla… lo único que podemos hacer es justicia con su asesino.

JUANA: Se hará justicia… aunque me la tenga que tomar yo por mi propia mano.

MARÍA: A Dios le rezo todas las noches, pidiéndole… rogándole que, por favor, la justicia encarcele a Enrique…

CATA: ¿Ana?

(Aparece Ana en escena por uno de los lados del escenario; viene limpiándose las lágrimas)

JUANA: ¿Qué haces aquí, Ana?

ANA: María… por favor, perdóneme… (se abraza a ella llorando)

MARÍA: ¿Perdonarte por qué, hija?

ANA: Lola me contó lo de sus malos tratos… pero yo… yo le volví la cara, y luego ya fue demasiado tarde.

MARÍA: (consolándola) No te preocupes. Todos le dimos la espalda. Estuvimos ciegos…

JUANA: Tranquila, Ana… no fuiste la única ciega.

ANA: El único consuelo que me queda es saber que se pudrirá en la cárcel.

MARÍA: Esperemos, hija… esperemos.

ANA: No hay nada que esperar, María. El juez lo ha condenado.

CATA: ¿Y tú cómo lo sabes?

ANA: El inspector me pidió que declarase como testigo…

CATA: Yo no habría tenido el valor de entrar ahí y estar aguantándole la cara.

ANA: Era lo mínimo que podía hacer con Lola… ahora me siento un poco mejor conmigo misma.

MARÍA: Gracias, Ana… muchísimas gracias.

ANA: No me las merezco, María.

MARÍA: Sí, hija, sí… sin tu testimonio el juez lo habría dejado absuelto de nuevo por falta de pruebas. ¡Gracias, Dios mío! Espero que se pudra entre barrotes…

(Aparece el inspector Luis Rivera llevando esposado a Enrique, que van pasando poco a poco por delante de las mujeres)

JUANA: ¡Ahí está ese cabrón!

CATA: ¡Asesino!

JUANA: ¡Ojalá te pudras en la cárcel, poco hombre!

CATA: ¡No te mereces vivir!

MARÍA: ¡Basta! ¡Basta!

(María hace una seña al inspector para que se detenga y se acerca a Enrique, que ha permanecido con la cabeza gacha. Lo obliga a mirarla)

MARÍA: ¿Por qué? ¿Por qué, Enrique? ¿Por qué has hecho todo esto?

(Enrique le aguanta la mirada, pero no responde)

MARÍA: ¡Dímelo! ¡¿Por qué?!

ENRIQUE: ¡¡No lo sé!!

MARÍA: Ah… ¿no lo sabes?

ENRIQUE: No… no sabía lo que hacía. Yo en el fondo la quería… yo amaba a Lola con todas mis fuerzas. Estoy muy arrepentido…

MARÍA: La amabas… (hace una pausa y toma aire) Cuando una persona ama a otra, Enrique, no busca hacerle daño. Tú a mi hija le amargaste sus últimos días… ¡¡La mataste, asesino!!

(Juana y Cata se unen al grito de “¡Asesino!”, formando un gran alboroto. Rivera y Enrique siguen avanzando, hasta que éste último se encuentra con Ana)

ENRIQUE: Ana, por favor… tienes que creerme… estoy muy arrepentido. Yo no quería matar a Lola, yo la amaba… y te amo a ti ahora.

ANA: Tus palabras ya no valen nada, Enrique. Me hiciste cómplice de tus maldades, y eso es algo que nunca te perdonaré. Espero que allá donde vas te arrepientas verdaderamente de todo el mal que has hecho.

(Rivera saca a Enrique de escena. Las mujeres se quedan. María da un paso hacia adelante, y comienza a hablar)

MARÍA: Lola, hija mía… donde quiera que estés, quiero que sepas que aquí se ha hecho justicia. Ya puedes descansar en paz, mi niña. Ya puedes ser feliz allá donde estés.

(Se apagan las luces y los personajes se van de escena. Mientras las luces se van encendiendo, aparece Lola, vestida de blanco, mirando a su alrededor extrañada)

LOLA: ¿Dónde estoy? No… no puedo recordar nada… qué extraño…

(Gabriel aparece por el otro lado del escenario. Lola, al verlo, corre para abrazarlo)

GABRIEL: ¡Menudo recibimiento, Lola! (sonriendo)

LOLA: Gabriel… me alegra tanto verte… ¿dónde estamos?

(La expresión de Gabriel cambia por completo)

GABRIEL: Verás, Lola… esto no es fácil de explicar. Alguna vez te llegué a decir que no deseaba verte en otro sitio que no fuera… allí.

LOLA: ¿Allí?

GABRIEL: Estás en mi hogar, Lola… soy un ángel.

LOLA: No… no entiendo nada.

GABRIEL: Lola, Enrique te mató de un disparo. Intenté ayudarte e impedirlo, créeme… pero no podía hacer nada. Tu destino era ese, y no se podía cambiar.

LOLA: Enrique… me… mató… cómo pudo llegar a tal extremo…

GABRIEL: Por favor, Lola… ya no le des más vueltas. Sé que es difícil de aceptar. Pasé por lo mismo que estás pasando tú hace muchos años. Pero créeme… aquí no hay problemas. Aquí no existe el sufrimiento… te prometo que aquí vas a ser feliz.

(Lola lo mira con cara de extrañeza)

GABRIEL: (Sonriendo) ¿No confías en mí?

LOLA: Pues claro que confío… más que en nada.

GABRIEL: Por cierto, Lola… tengo una última sorpresa para ti.

LOLA: ¿Una sorpresa?

(Gabriel se va un momento del escenario y aparece de nuevo, llevando un bebé en sus brazos)

GABRIEL: Te presento a tu hija, Lola.

LOLA: ¿Mi hija? (Se muestra emocionada)

GABRIEL: Sabías perfectamente que estabas embarazada de Enrique, pero nunca selo dijiste.

LOLA: Me daba miedo.

GABRIEL: Pues eso del miedo se acabó. Aquí vamos a ser muy felices.

(Lola coge a la niña en sus brazos)

LOLA: ¿Cómo la llamaremos?

GABRIEL: Es tu decisión.

LOLA: La llamaré Esperanza… porque me la ha devuelto con su sola presencia.

GABRIEL: Es un nombre precioso.

LOLA: Y tendrá un padre estupendo.

(Lola vuelve a abrazar a Gabriel y se van de escena)

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