viernes, 14 de octubre de 2011

El tesoro de Saunière


Francois-Bérenger Saunière fue el párroco de Rennes-le-Château y fue el protagonista de una historia, que vale la pena contarla porque creo que es bastante interesante y a mi gusto da mucho que pensar.

El enigma de Rennes-le-Château se inicia temprano, en la época romana. La leyenda afirma que en algún momento del siglo I, José de Arimatea y María Magdalena desembarcaron en el sur de Francia, trayendo consigo el llamado Grial, que el cristianismo define como el cáliz de la Última Cena o donde José de Arimatea recogió la preciosa sangre de Jesús crucificado. De acuerdo con una de las teorías que más se integran el enigma de la región, cuando desembarcó María Magdalena lo hizo con un hijo de Jesús.
En el año 410 los visigodos, acaudillados por Alarico, saquearon Roma, llevándose el Tesoro del Templo que los romanos habían obtenido a su vez de los hebreos de Jerusalén. Dos años después desembarcaron en las costas meridionales de las Galias. La región de Rennes-le-Château les agradó, estableciéndose y fundando un reino permanente que no tardaría en saltar los Pirineos y extenderse por el norte de España.
En el siglo VI los merovingios extendieron su dominio sobre el reino visigodo. Estos invasores eran portadores de una cultura sofisticada y enterraban a sus soberanos con joyas y tesoros. La legendaria riqueza de visigodos y merovingios ha dado pie a relatos de fabulosos tesoros aún por descubrir en la región de Rennes.

Esta historia sería como especie de fábula o cuento que se narraba por aquellos tiempos, pero que hasta hace unos años no tenía ningún tipo de fundamento ya que muchas de las cosas que se narran en esta introducción parecen muy fantásticas e imaginativas... pero todo esto cambió el 1 de Junio de 1885, cuando Rennes-le-Château obtuvo un nuevo párroco llamado François Bérenger Saunière. El nuevo cura decidió realizar una serie de reformas en la iglesia, ya que estaba construida sobre unos cimientos visigodos del s.VI, y durante la misma se encontró con que una de las dos columnas visigóticas que la sujetaban estaba hueca. Dentro del pilar halló cuatro pergaminos, dos de los cuales databan de 1244 y 1644 y parecen ser genealogías sobre la descendencia desconocida del rey merovingio Dagoberto II. Pero lo curioso viene cuando al abrir los dos siguientes papiros, éstos estaban escritos por Antoine Bigou, predecesor de Saunière.

Antoine Bigou era el confesor de la marquesa Marie de Hautpoul de Blanchefort, perteneciente a una noble y antigua familia de la región, uno de cuyos antepasados fue el Maestre de los Templarios Bertrand de Blanchefort. A vísperas de su muerte, la marquesa hace llamar a Bigou para hacerle saber un secreto que había guardado desde hacía mucho tiempo, haciéndole prometer a Bigou que transmitiría dicho secreto a una persona de su confianza plena. Bigou, a fin de preservar el secreto, disimuló los importantes pergaminos en uno de los pilares del altar y puso una enigmática baldosa con extraños signos sobre la tumba de la marquesa, que murió el 17 de enero de 1781 y reposa en el pequeño cementerio anexo a la iglesia de Rennes-le-Château.

Saunière, tras leer la confesión, decidió ver si lo escrito en la losa era verdad y fue a comprobarlo por sí mismo. Se trata de la "baldosa de los caballeros", colocada cara abajo y que representa a dos jinetes montados un solo caballo, símbolo también utilizado por los caballeros templarios. Dentro de la baldosa encontró una olla llena de monedas de oro, y un tesoro de la región que se lo confiaron al cura anterior para protegerlo tras la muerte de Luis XVI y la caída de la monarquia.
Pero la cosa no acabó ahí. Debido a las obras estaba todo "patas arriba" y en uno de los descansos de los obreros se descubre como en un balaustre hay un objeto brillante que las obras habían dejado entrever. Este objeto era una redoma que contenía un pergamino escrito en alfabeto antiguo, pero Saunière tras descifrarlo obtuvo una información que le cambiaría la vida por completo. Debajo de la losa templaria, según el pergamino, había una cripta que escondía un sepulcro merovingio bajo la Iglesia lo cual fue un gran hallazgo arqueológico... pero lo más intrigante de todo esto es que tras este descubrimiento Saunière vivió una vida totalmente placentera, disfrutando de grandes lujos y de una fortuna inagotable. Todo esto puede ser debido a que tras descuibrir la cripta la saqueasen, pero ¿qué es lo que encontraron que les permitió vivir con ostentación y burlarse de todo el mundo, incluyendo al propio Vaticano?

En la siguiente entrada sobre Historia seguiremos indagando sobre el tema que espero que os guste mucho.

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